Y entiendo también el descontento
popular cuando el Estado no avanza al ritmo que se quisiera; entiendo la
frustración de muchos cuando se golpean puertas que nunca se abren.
El Congreso de la República, en su
facultad de establecer la hoja de ruta de la Nación a través de las leyes,
tiene que dar respuesta y acompañar un proceso de permanente transformación en
el que los colombianos sintamos que el gobierno se mueve al compás de lo que se
necesita.
Las instituciones, que cargan la
tradición de los fundadores de la República, acumulan el pesado lastre de los
años y en algunos casos son poco dadas a sintonizarse con los nuevos tiempos.
En eso, la Cámara de Representantes como expresión de un país de regiones como
Colombia, dará ejemplo de modernidad en lo público para fomentar la cercanía
con el pueblo.
Necesitamos una nueva reglamentación
en la manera de dar la cara a la ciudadanía y en consenso con los diferentes
partidos políticos y fuerzas vivas emprenderemos la reforma a la Ley 5, que
regula el funcionamiento del Congreso. Nada justifica una corporación que debe
representar por mandato constitucional a la población, que permanezca alejada
de las realidades del ciudadano de a pie.
Propondré al nuevo presidente del
Senado la creación de una comisión conjunta multipartidista, para que entregue hacia
finales de agosto, un documento con sugerencias para reformar el Congreso. Éste
sería socializado en una gran audiencia pública antes de ser radicado para su
discusión en ambas cámaras.
El Congreso tiene la responsabilidad
de convertirse en una fuente de luz, no de sombras; como hoy nos percibe la
opinión pública.
Nuestro deber, y en esto sé que me
acompañan mis compañeros de la Cámara, es actuar siempre a la luz y además de
eso, vigilantes. Aunque la gran mayoría de partidos representados en este
recinto hacemos parte de la Unidad Nacional en una suma de esfuerzos por el
bien de Colombia, seremos observadores incansables de los actos del Gobierno,
apoyando lo que signifique un mejor estar para la gente y oponiéndonos con
vehemencia a lo que en la sana deliberación consideremos que logra lo
contrario.
Y dentro del pragmatismo que nos
reclaman día a día, impulsaremos con prioridad la agenda legislativa que genere
empleo. Las verdaderas oportunidades se materializan cuando un padre o una
madre de familia tienen la satisfacción de llevar a su hogar, como fruto de su
trabajo, lo que haga falta para sus hijos.
Un empleo con dignidad además,
tenemos en nuestras manos la posibilidad de cerrar la puerta a tantas intenciones
de burla a los logros conseguidos durante años para que en Colombia se
formalice el trabajo, se creen opciones efectivas, con garantías verdaderas de
superación y no, como ocurre en muchas partes, con aprovechamiento de la
debilidad del desempleado que acepta condiciones poco dignas para salir de sus
angustias.
De otro lado, pero en el terreno
social todavía, hay que mirar con sumo cuidado la legislación que existe en
materia de salud: en Colombia este sector está a un centímetro de la quiebra y
no podemos dar más pasos en falso y de una vez, el Gobierno y el Congreso
poniendo las cartas sobre la mesa, tenemos que tomar la decisión política de
dejar a un lado el desastre que existe y construir.
Los ojos del Estado tienen que
posarse sobre quienes regulan y vigilan el sector y ser implacables: no más
demoras en el giro de los recursos del Fosyga, no más negaciones de servicios
incluidos en el plan obligatorio de salud a los colombianos y no más
prestaciones de servicios en instituciones de garaje.
* * *
Llevamos muchos años escuchando en
nuestras conversaciones diarias que estamos en crisis. Y es cierto. No hacen falta
estadísticas para entender que en algunos aspectos las cosas no marchan como
quisiéramos, eso podemos palparlo en el día a día. Sin embargo, muchas veces
las ventanas que cerramos en medio de las tempestades nos impiden ver cuando el
día va clareando.
La economía colombiana tiene
pronósticos por encima de la media regional y la esperanza que surge con las
nuevas opciones de comercio que este Congreso ha ayudado a impulsar, nos llenan
de optimismo frente al futuro. Aquí discutimos el Tratado de Libre Comercio con
los Estados Unidos, Europa y otros; aquí en medio del debate definimos las
mejores condiciones para los comerciantes colombianos frente al mundo.
Falta mucho por hacer en esa materia,
pero los representantes a la Cámara, voceros de las 32 regiones tan dispares
que tiene Colombia, estaremos al frente para garantizar estabilidad, trato
justo y lo más importante: que las cifras frías que se ven en los informes
económicos, impacten al colombiano de la calle, a ese que no le interesa
interpretarlas pero que confió en nosotros para que guiáramos el Estado.
* * *
El Presidente de la República tendrá
en nosotros, unos representantes dispuestos a analizar con detenimiento cada
iniciativa que llegue de su mano. Sin embargo tendrá, también, unas contrapartes
incisivas que tienen la firmeza de legislar con autonomía.
Este es un mensaje que quiero dejar
muy claro: nuestra mano está tendida pero firme y esperamos que los señores
ministros entiendan su deber de asistir al Congreso cuando se les requiera. Es
la mejor manera que tienen de ayudar a la agenda del Gobierno y así a la del
País.
Hay temas muy sensibles en los que
trabajaremos sin descanso en esta nueva legislatura: nuestra fuerza pública
necesita una salida a la incertidumbre en la que vive. No hay justicia si no
resolvemos el tema de la seguridad jurídica para los hombres y mujeres que
entregan sus vidas por la nuestra.
Este Congreso tiene que garantizar
tranquilidad y confianza para nuestras fuerzas armadas, sin generar
incertidumbre ni vacíos sobre la impunidad en violación a los derechos humanos.
Si algún mensaje tiene que dar Colombia
-primero a sus nacionales y después a
la comunidad internacional- es que aquí cuidamos y valoramos a nuestros
soldados y policías, pero castigamos con rigor a quienes se desvían.
Otro reto de enormes proporciones es
garantizarles a los colombianos el acceso a una justicia eficaz, con presencia
en todo el territorio nacional y con tiempos de respuesta a la altura de las
necesidades. La fallida reforma a la justicia debe quedar como un recordatorio
de los trámites que eran urgentes y al contrario de cumplirse, aplazan la
confianza en el Estado. Estaremos atentos al Ministerio de Justicia en este
particular.
* * *
Tenemos ambición de servicio y no nos
quedaremos en los temas enunciados. Sabemos que cualquiera que sea el lugar
donde miremos hay tareas pendientes. Pero tenemos la tranquilidad de hablar el
lenguaje del pueblo porque convivimos con los problemas de nuestras regiones a
diario. Cuando legislamos, lo hacemos para personas de carne y hueso buscando
solucionar angustias del día a día, pero también para proyectar nuestra
sociedad hacia el futuro.
Colombia es un país de diversas
culturas, un país donde a fuerza de entender nuestras diferencias hemos logrado
vivir bajo el amparo de la unidad. Nos sabemos distintos pero aun así
respetamos nuestras disparidades.
Ese precisamente es nuestro impulso,
es la condición más admirable de los colombianos. Y ese ánimo nos lleva al
debate que propiciamos en este recinto cumpliendo el mandato constitucional de
“fortalecer la unidad de la Nación”, desde el tesón admirable de cada una de
las regiones aquí representadas.
Nuestra
fuerza radica en los ciudadanos que nos eligieron y son ellos quienes merecen
nuestra entera dedicación.
Muchas gracias.
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